Título: Azul Cerceta
Categoría: Ao no Exorcist
Pareja: pre Yukio x Rin
Género: Angst, semi AU
Advertencias: Incesto, ooc
Autor: Ziqu Roheart
Palabras: 9530
Tipo: One-shot
Serie: Cerceta, parte 1
Estado: Finalizado
[Fic participante en la actividad De San Valentine "Una Boda para todos" del foro "Mar de Joyas Escondidas"]
Resumen: Shiemi y Yukio deciden casarse para evitar que este se convierta en un demonio, pues al unirse con un humano de corazón puro sus poderes permanecerán sellados para siempre. ¿Podrán realizar la ceremonia sin ninguna interrupción?
Disclaimer: Ao no Exorcist pertenece a Kazue Kato sensei, yo solo tomé prestados sus personajes para darle la oportunidad a mi musa de crear esta historia.
Notas: ¡Pues he regresado y con una serie! Por el momento van dos one-shots y el tercero está en la fase de planeación. Y nada, espero que les guste este fanfic (aunque esté largo y la trama un poco rara).
Enjoy! :)
Azul Cerceta
por Ziqu Roheart
por Ziqu Roheart
La tensión en la habitación era
tan fuerte que podía cortarse con un cuchillo, o con la Espada Mata Demonios de
Rin si éste no se encontrara en shock por lo que acababa de escuchar.
Toda su vida Rin sintió que
estaba destinado a algo que impactaría en la vida de los demás, destinado a
algo grande y por lo cual sería recordado. Claro que gran parte de esa creencia
tenía sus bases en todos los mangas que había leído desde pequeño, llenándole
la cabeza de ideas heroicas y sueños un tanto irreales. Pero lo que sí habían
hecho, fue darle el conocimiento de que si eres tú mismo, aceptándote tal y
como eres, tu fuerza de voluntad no se resquebrajaría tan fácilmente.
Entonces llegó el día en que
descubriera su verdadera naturaleza.
Y después tomó la decisión,
aunque impulsiva, de aceptar su lado demoníaco al desenfundar a Kurikara para
enfrentarse a Satán.
¿Entienden? Rin había empezado a
aceptar su destino, ese que imaginó le depararía tener que realizar una gran
hazaña y por consecuente obtener el reconocimiento que tanto había anhelado.
Rin había empezado a aceptarlo, inconscientemente sí, pero lo había hecho. Shiro
valía heredar mil veces las llamas azules. Su padre lo valía aún y cuando su
destino soñado fuera totalmente diferente y en vez de ser reconocido fuera
temido.
Claro que al principio se rehusó
con vehemencia a creer que Satán era su verdadero padre. Por supuesto que peleó
con la idea de haber perdido su humanidad para despertar como demonio. Era más
que obvio que Rin terminó odiándose por algo de lo cual no había tenido opción
de elegir. Pero ese sueño que una vez tuvo, casi olvidado por el odio y el miedo
de ser un ente con maldad en su interior, le dio el valor suficiente para
enfrentar ese nuevo camino que se le había formado recordándole que no todo
está escrito y que si se lo proponía, su nuevo destino podría moldearse al que
una vez soñó con tener.
Todo era cuestión de creer en sí
mismo y aceptarse con todos sus defectos y virtudes.
Aceptarse sin excepción alguna.
Amarse como era.
Ser realmente él mismo.
Y cambiar solo por él, no porque
alguien más se lo pida.
Entonces, si Rin había comenzado
a aceptar su naturaleza demoníaca, ¿por qué Yukio, que también llevaba la
sangre de Satán en sus venas, no podía hacer lo mismo?
--
Desde hacía un tiempo Yukio había
empezado a mostrar signos de despertar sus llamas.
Pestañea y te perderás el resplandor
rojizo en sus pupilas cuando su humor denota enojo o furia. Mantente alejado y
no notarás que su aroma se intensifica cuando caza demonios. Enfócate en Rin y no
te darás cuenta de que cuando saca sus llamas y Yukio se le acerca, éstas se
adhieren al menor como si fueran una segunda piel, pero solo en sus manos, como
si las llamas mismas lo reconocieran y se pusieran felices de poder tocarlo
pero temerosas a la vez de expandirse pues no se les ha concedido permiso para
hacerlo. Porque las llamas lo reconocían como un usuario; ellas anhelaban ser
reconocidas también, añoraban poder envolver con su calor al segundo príncipe
de Gehenna.
Pero nadie se daba cuenta, al
menos nadie que no fuera demonio y aún así los demonios con los que se habían
topado no notaban esos imperceptibles cambios. Solo Rin. Rin y probablemente
Mephisto y Amaimon pues en teoría eran familia.
Las llamas azules al parecer
tenían la capacidad de discernir quién era familia y quién no. Y Rin, como
poseedor de ellas, aunque muy poco, podía entender ese latente deseo en ellas
de responder al llamado de Yukio, un llamado que poco a poco se iba
manifestando pues Rin no era tonto. Flojo y de fácil distracción, sí; no muy
inteligente, claro; pero observador a su manera. Y fue gracias a eso que se dio
cuenta de que cuando entrenaba su control sobre las llamas, cada vez que Yukio
estaba presente éstas parecían revolotear más de lo normal y descontrolarse aún
más.
Al principio Rin lo atribuyó a su
temperamento. Yukio le ponía de nervios y él solo quería impresionar a su
hermano y demostrarle que también podía ser alguien genial. Así que Rin no le
daba tanta importancia y terminaba haciendo el ridículo. Pero con Shura sus
llamas permanecían estáticas, quemando ciertos lugares o incendiando por
completo las velas. Era como si sus llamas ignoraran la presencia de Shura y
solo ardieran por puro deseo de Rin de verlas aparecer. Con Yukio presente, sin
embargo, era como si un interruptor fuera encendido y las llamas cobraran vida.
Aunque, si lo pensaba a profundidad, podría ser que de alguna manera las llamas
influyeran en sus emociones, o se adaptaran a ellas.
--
—Nii-san, ¿cómo va el entrenamiento?
—había preguntado Yukio apareciendo de la nada, logrando que las llamas de Rin
se descontrolaran. Sorpresa.
Rin respondió con un quejido de
frustración al ver cómo las velas se encendían por completo con la intrusión de
su hermano.
—Tal vez necesites un descanso,
has trabajado duro últimamente —dijo el menor, acomodándose sus lentes. Las
llamas aún encendidas revolotearon con un poco más de intensidad llamando la
atención de Rin para luego empezar a apagarse. Alegría.
—Sí, sí, un poco de alcohol no me
vendría mal —respondió Shura, ganándose una mirada de resignación de Yukio,
diciéndole que no le hablaba a ella sino a su hermano, caminando hacia él para
ayudarlo a levantarse.
Rin juraría en ese momento que
las llamas, antes de apagarse por completo, habían tratado de alcanzar la mano
extendida de su gemelo, pero fue algo tan efímero que no pudo comprobarlo. Anhelo.
Un par de semanas después, cuando
Rin podía controlar mejor sus llamas y recordando lo que había sucedido, decidió
intentar algo nuevo. Claro que terminó siendo regañado por Yukio al practicar
en su habitación, justo cuando el menor revisaba exámenes, pero su
descubrimiento había valido la pena.
Una vela. Decidió encender una
sola vela y controlar la intensidad de la llama en ella. ¿El resultado? Cuando
Yukio se dio cuenta de lo que sucedía Rin aumentó la intensidad de las llamas,
ocasionando que se formara un círculo alrededor de la vela pero sin llegar a
tocarla. Obviamente Yukio se exaltó y rápidamente cogió su botella de agua para
apagar el fuego.
Al acercarse lo suficiente, las
llamas revolotearon de nuevo y el círculo alrededor de la vela se rompió
empezando a formar una línea hacia el pie más cercano de Yukio pero justo en
ese momento éste derramó el agua apagándolas sin haber notado lo que estaba sucediendo.
Todo fue tan rápido que Rin creyó
haber visto mal, pero no. Las llamas de hecho habían tratado de alcanzar a su
hermano, más concretamente, su pie. Descalzo. Donde tenía la piel expuesta.
Huh. Interesante.
Desde entonces Okumura prestó
mayor atención a esos pequeños detalles, lo que le llevó a la conclusión de que
los poderes de Yukio se estaban manifestando lentamente. Tan lento que ni
siquiera el mismo Yukio lo notaba en sus pruebas diarias. Hasta que un día lo
notó y el infierno se desató. No literalmente. Pero casi.
Lo que nos lleva al inicio.
--
—¿Eso quiere decir que existe una
cura? —preguntó Rin saliendo de su estupor—. ¿Por qué nadie me dijo esto antes?
¿Por qué dejaron que…?
—Okumura-kun —interrumpió
Mephisto—, no es una cura como tal y aunque lo fuera no habría funcionado en
ti.
—¡¿Por qué no?! ¡Tú mismo lo has
dicho! Se puede frenar el despertar de las llamas en Yukio, ¿por qué no habría
funcionado en mí?
La impotencia en la voz de Rin
era palpable. Su postura había adoptado una forma defensiva cual gato erguido
en espera del momento justo para atacar. Yukio mismo no sabía qué decir por lo
que se mantuvo callado, es espera de la explicación de Mephisto.
—Porque tú siempre estuviste
destinado a ellas…
—¡Por supuesto! Eso lo responde
todo, ¿cómo nunca lo pensé? —rebatió Rin con sarcasmo, alzando los brazos para
hacer más énfasis.
—Y porque el cuerpo de Okumura sensei
siempre fue débil —continuó Mephisto, ignorando los murmullos del mayor de los
gemelos—, por tal, la sangre de Satán en él no es tan fuerte como lo es en ti. Sin
embargo, debido a su entrenamiento desde pequeño y su gran fuerza de voluntad y
deseo de protegerte a ti y a todos de cualquier mal, su cuerpo y mente se han
ido fortaleciendo. Digamos que aunque haya nacido con un cuerpo débil eso no lo
excusaba del poder heredado de Satán, simplemente se mantuvo inactivo hasta que
el recipiente fuera lo suficientemente fuerte para soportarlo.
—Pero entonces, el método del que
habla tampoco funcionaría en Okumura sensei porque sus llamas acaban de
despertar —dijo Izumo, tan seria como siempre, cruzada de brazos y un ligero
fruncimiento en su ceño.
—Oh, pero aún puede funcionar si
ésta la primera vez que sus llamas aparecen. ¿Lo es, Okumura Yukio-kun?
Genial, pensó Rin, cuando el
payaso los llamaba por sus nombres completos es porque se ha puesto serio del
todo. ¡Era obvio que era la primera vez que las llamas aparecían por sí solas en el cuatro-ojos! Yukio era siempre tan
responsable que no se atrevería a ocultar algo así, no cuando podría afectarle
a ambos.
Para entender un poco mejor la
situación, regresemos un poco antes del inicio.
--
Mephisto tenía una misión para
Yukio, la cual involucraba a toda la pandilla de Rin, ergo, supervisar a los
Exwire en una misión de campo. Era algo tan sencillo como limpiar una zona de
demonios de bajo nivel, inofensivos hacia los humanos realmente pero amantes de
destruir cualquier cosa que les pareciera destructible, que al parecer era todo
en lo que posaban sus ojos.
Nada fuera de lo normal. Excepto
que Rin había notado una extraña sensación de inquietud desde que despertara
ese día. Era como un presentimiento de que algo pasaría, bueno o malo no lo
sabría decir.
Su rutina de fin de semana se vio
interrumpida porque la ansiedad que sentía crecía con cada minuto que pasaba,
impidiéndole enfocarse en su entrenamiento. Sus llamas no respondían a su
llamado. ¿Eso significaba que algo malo sucedía con su cuerpo? Incluso Kuro le
preguntó si se encontraba bien al notar que las llamas que tanto le gustaban no
aparecían. Cansado soltó un suspiro y decidió que a lo mejor un poco de comida
le vendría bien. Y como tenía tiempo de sobra podría prepararse todo un festín.
Ukobach estará feliz de ayudar con la preparación de tanta comida.
Así fue como Yukio lo encontró
más tarde, terminando de poner la mesa en el momento justo de su llegada.
—Hey cuatro-ojos, qué bueno que
llegas. ¡La comida está lista! —lo recibió Rin, sonriendo complacido con su
trabajo.
—¿Nii-san? ¿Por qué no estás
listo? Hay una misión para ti y los demás.
—¿Eh~? ¿En serio? ¿Por qué no me
avisaste antes? —preguntó el mayor un poco molesto, acercándose a Yukio hasta
plantársele en frente.
—¡Claro que sí te avisé! Les
avisé a todos mediante un mensaje. ¿Revisaste tu teléfono?
—Uh… lo dejé en la habitación,
¿qué hora es? ¿Cuánto tiempo queda para la misión?
Con un suspiro de cansancio Yukio
le contestó que aún tenían tiempo para prepararse, ante lo cual Rin le
convenció de unírsele a comer pues él mismo estaba que se moría de hambre. Sin
que lo notara, había pasado toda la mañana cocinando logrando olvidarse de la
incertidumbre con la que se había levantado. Yukio vio todos los platillos
sobre la mesa para luego fruncir el ceño ligeramente y preguntarle a Rin que si
qué había hecho en esa ocasión.
—¡Nada! ¿Por qué piensas que hice
algo malo? —preguntó Rin exaltado, cruzándose de brazos a la vez que su cola se
agitaba con fuerza, denotando su molestia.
—Has hecho mis comidas favoritas,
es obvio que piense que hiciste algo y esta es tu manera de pedirme perdón.
—Claro que no he hecho tus
—mirando la comida—… OH.
—¿“OH”? Nii-san, ¿en serio no te diste cuenta?
—Uh… yo solo… tú sabes… tenía
ganas de cocinar y como no se me antojaba nada en específico pues… uh… ¿me dejé
llevar? —A pesar de haber decidido desde un principio que quería hacer un
festín, el hecho de haber preparado todos los platillos favoritos de Yukio
nunca se le cruzó por mente. El abrazo repentino de Yukio lo trajo de nuevo a
la realidad dejándole escuchar el “Gracias nii-san” que éste había murmurado casi
silenciosamente.
Un extraño estremecimiento le
recorrió por el cuerpo y su estómago parecía tener burbujas o algo por el
estilo. Rin no sabía cómo describirlo, solo sabía que era una sensación
agradable, una sensación de felicidad. Así que le devolvió el abrazo a Yukio,
comentando algo sin sentido pues éste se había reído, pero Rin no le había
prestado atención, su boca se había movido automáticamente porque sus
pensamientos estaban enfocados en la calidez de su gemelo y en lo bien que se
sentía ese sentimiento de pertenencia.
Familia.
—¡Nii-san, tu cola!
En algún momento la cola de Rin
se había enrollado en el brazo derecho de Yukio por voluntad propia y cuando el
menor se dio cuenta e intentó zafarse de ella, al momento de tocar la punta
ésta dejó salir sus llamas azules.
Rin había intentado decirle que
no la tocara pues era sensible al tacto ajeno; demasiado tarde ya que en
cuestión de segundos Yukio la había tocado causándole un estremecimiento
totalmente diferente. Y al ver cómo sus llamas aparecían en el momento justo
del toque del otro, un jadeo de sorpresa salió de su interior.
Sus llamas. Esas que se habían
rehusado a aparecer en su entrenamiento matutino aparecieron solo con el toque
de su hermano en su cola.
La sensación de inquietud había
aparecido nuevamente, su pecho pasó de sentirse lleno de alegría y paz a la
ansiedad.
Luego de haber recobrado la
compostura y haberse disculpado con Yukio por su descontrol, ambos decidieron comer un poco antes de reunirse con
los demás para ir a la misión que se les había asignado. Habiendo terminado de
comer y de alistar todo lo necesario, se reunieron con los demás para comenzar
la misión y aunque era una relativamente fácil, extrañamente les tomó día y
medio el terminarla. Luego, por alguna extraña razón, Mephisto los había
convocado a todos en su oficina el mismo día de su regreso.
Lo normal era realizar un reporte
escrito sobre la misión, a menos que fueras el líder de equipo pues eran ellos
quienes acudían a la oficina de Sir Pheles para recibir la misión e informar
cómo resultó ser una vez terminada, por lo que al haber convocado a todo el
equipo debía significar que habían fallado (aunque la habían completado, lo que
descartaba esta opción), algo había salido mal o… o era algo más que debía ser
informado y Mephisto quería aprovechar que estaban juntos para hacérselos saber
a la vez.
¿Estaría relacionado con Rin y su
relación con el Vaticano? Fuera cual fuese la razón, lo primero que pidió el
director fue el reporte de la misión, el cual fue dado por Yukio al ser el
líder del equipo. Sin embargo, la razón de citarlos a todos perdió su interés
cuando Amaimon entró por la puerta sin tocar si quiera causando que la postura
de Yukio se tensara y de la nada aparecieran llamas azules en su cabeza y
hombros.
—¡Yu-Yuki-chan! —boqueó Shiemi, abriendo
sus ojos enormemente y cubriéndose la boca con ambas manos.
Suguro, Shima, Nekomaru e Izumo
adoptaron posturas de ataque instintivamente mientras que Rin, sorprendido al
igual que Shiemi, observó detenidamente las llamas en su gemelo.
Eran azules, sí, pero con un
toque verdoso como el color de los ojos de Yukio. Sus propias llamas tenían un
tono más oscuro. Kuro le había dicho una vez que le encantaba el color de sus
llamas porque se parecían al color de sus ojos y que por eso siempre los
miraba, porque en ellos podía percibir una calidez que lo inundaba por completo
y lo hacía feliz.
Sus llamas tenían un tono azul intenso,
y sin embargo, cada vez que Yukio llegaba a sus entrenamientos con Shura éstas
perdían un poco esa intensidad y comenzaban a tornarse en cerceta. Y en aquella
ocasión en su habitación cuando las llamas habían querido alcanzar el pie de
Yukio también. Incluso la mañana del día anterior, cuando su cola se había…
No. No había sido su cola. Las
llamas que había visto el día anterior no eran totalmente azules, no mostraban
la variedad de azul típico de él. Eran azul cerceta. Eran las llamas de Yukio
tomando su forma definitiva.
sangre de Satán estaba
despertando en Yukio.
Yukio se convertiría en demonio.
Como yo. Pensó Rin y algo en su interior se encendió llenándolo de
calidez y alegría y amor y pertenencia
y… Completo. Por primera vez desde que sus poderes despertaran se sintió
completo. Nunca antes había apreciado tanto el azul. Su mundo ahora estaba
envuelto en ese color.
—¡Okumura!
—¡Rin!
—¡Nii-san!
Los gritos de Suguro, Shiemi y
Yukio lo sacaron de sus pensamientos. Rin parpadeó unos momentos y se dio
cuenta que la calidez que sentía no solo era interior, sino que sus llamas
habían aparecido por igual, envolviéndolo por completo, revoloteando animadamente,
como si estuvieran emocionadas.
—¡Nii-san! ¿Estás bien? Tus
llamas…
—Yukio… tú…
—¡Bien! En vista de lo que acaba
de suceder dejaremos el reporte para otro momento —interrumpió Mephisto,
atrayendo la atención de todos—.Mis queridos estudiantes, creo que Okumura
sensei y yo necesitamos un tiempo a solas.
—¡Estás de broma! ¿Crees que
dejaré al cuatro-ojos solo? ¡Soy su hermano mayor y…!
—Okumura Rin, esto no es algo tan
sencillo como enfrentar a brabucones que se burlan de una persona o lastiman
animales.
—¡Yo sé que no es así! Pero no
puedes negar que yo pasé por lo mismo y lo hice completamente solo. No tuve con
quién hablar para aceptar la transición de humano a demonio y ver lo que pasaba
con una mente más abierta porque no había nadie que me pudiera entender. Yo
aprendí de mis errores. Y si mi experiencia puede ayudar a Yukio, aquí me
quedaré.
Si creían que Rin era solo bromas
y diversión, entonces no lo conocían del todo. Porque a pesar de que siempre
mostraba una actitud infantil y buscara la manera de relajarse, la verdad era
que por dentro, muy escondido en su interior, existía un miedo terrible a
descontrolarse nuevamente y herir a quienes amaba, por lo que siempre trataba
de mantener una actitud positiva y no dejar ver cuán aterrado estaba.
Porque aún buscaba ser
reconocido.
No como un héroe, sino como
amigo, hermano, estudiante.
Y era ese miedo a sí mismo el que
lo impulsaba a mejorar, a tener siempre la mente abierta y dar lo mejor de sí.
Por eso mismo creía que su
experiencia, aunque poca, podría serle de ayuda a su hermano.
—Por supuesto —habló Mephisto,
rompiendo el silencio que se había creado luego de las palabras de Rin—, sin
embargo puede haber una manera de prevenir que los poderes de Okumura sensei
despierten.
¿Ahora entienden el shock inicial
de Rin? Si tan solo le hubieran dicho la verdad de su nacimiento mucho antes de
que sus poderes decidieran despertar su pudo haber evitado tantos problemas.
—No habría funcionado, Okumura
Rin —dijo Mephisto, intuyendo lo que acababa de pensar—. Como dije, tú siempre
estuviste destinado a las llamas. El nacimiento de gemelos para los demonios es
casi un tema tabú, siempre hay uno que no sobrevive. Por eso mismo ustedes
siempre estuvieron bajo el cuidado de Fujimoto, porque no solo son los hijos de
Satán sino que ambos sobrevivieron y eso, para muchos otros demonios,
exorcistas y demás seres que estén interesados en el poder y el control, es una
oferta sin igual.
—Eso quiere decir que aunque haya
sobrevivido y nacido con un cuerpo débil para soportar las llamas, siempre
existió la posibilidad de heredarlas.
—Exacto.
—¿Y en qué consiste este método
del que habla? —preguntó Suguro lo que todos tenían en mente.
—Déjenme contarles una pequeña
historia primero.
»Una vez Dios les dijo a sus preciados ángeles:
“Ustedes son tan hijos míos como los humanos en la Tierra. Su propósito es de
velar por ellos, es por eso que cada uno de ustedes es único y tiene
capacidades diferentes. Ninguno es más o menos que otro. Dicho esto, mi deseo
para ustedes es que vivan en armonía y se cuiden entre sí y cuiden a sus
hermanos en la Tierra.”
»Sin embargo, hubo un ángel que se reveló y fue desterrado
del Cielo por sentirse superior a los demás y llenar a otros de sus ideas en
contra de Dios, convirtiéndose en el primer ángel caído.
»Cuando él y todos aquellos que habían sido desterrados
encontraron un lugar donde habitar, dejaron pasar años para adaptarse a sus
nuevas formas pues la ira de Dios les había dejado una marca que nunca podrían
quitarse. Algunos habían perdidos sus alas, en otros se habían teñido de negro,
para algunos se les habían deformado. Las areolas tan distintivas habían
desaparecido y en su lugar cuernos empezaban a formarse. La apariencia
celestial en sus rostros se había ido, ahora tenían facciones duras y ásperas.
Orejas puntiagudas, colmillos extendidos y colas. Ya no eran más ángeles al
servicio de Dios.
»Y cuando por fin hubieron terminado su transición, la
venganza en contra de quien una vez fue su padre comenzó. El caos en la Tierra
se desató y los ángeles caídos se hicieron conocer, llamándose a sí mismos demonios.
Pero nunca fue suficiente. Ellos eran muy pocos y el ejército de Dios los
superaba en número. Entonces empezaron a procrearse. Al principio lo hicieron
entre ellos, poblando a todo el infierno.
»Para los demonios el paso del tiempo es diferente al de los
humanos por lo que no les importó esperar para el gran suceso, dándoles la
ventaja de hacerle creer a los ángeles en el cielo de que los tenían
controlados cuando la verdad era que estaban preparando a todos los nuevos
demonios nacidos en el infierno. Para cuando sus sucesores tuvieron sucesores y
estos sucesores más procedencia, el primer ángel caído lideró la batalla contra
Dios en la Tierra, matando a los humanos para vengarse de él.
»La batalla fue tan dura y extensa que los ángeles
comenzaron a retroceder hasta que los máximos líderes del ejército celestial
hicieron acto de presencia, volteando las tablas y dejando debilitado al primer
ángel caído. Entonces Gabriel habló:
»“¡Oh, cómo has caído del cielo, tú, el resplandeciente hijo
del alba! ¿Cómo tú, el vencedor de las naciones, ha sido derribado por tierra?
En tu corazón decías: ‘Subiré hasta el cielo y levantaré mi trono encima de las
estrellas de Dios, me sentaré en la montaña donde se reúnen los dioses, allá
donde el norte termina; subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al
Altísimo.’ Mas has caído en las honduras del abismo, en el lugar donde van los
nuestros.”
»Al principio las palabras no tenían sentido, pero conforme
el arcángel seguía hablando, las fuerzas del ángel caído se veían drenadas,
llenándolo de agonía.
»“Tú eras la obra maestra,” continuó Miguel, “lleno de
sabiduría y de una belleza perfecta. Vivías en el Edén, en el jardín de Dios,
sobre ti sólo había piedras preciosas: cornalina, topacio y diamante,
crisólito, ónix y jaspe, zafiro, malaquita y esmeralda; con aros y pendientes
labrados en oro desde el día en que fuiste creado.”
»A pesar de haber más demonios junto con él, ninguno pudo
hacer más mas que escuchar pues las palabras de los arcángeles los ataban a la
tierra, impidiéndoles moverse.
»“Desde el día en que fuiste creado tu conducta había sido
perfecta, hasta el día en que el mal se anidó en ti y empezaste a pecar. Y yo
te he degradado del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector. Estabas
muy orgulloso de tu belleza, has corrompido tu sabiduría con tu esplendor, por
eso te tiré al suelo, para que fueras un espectáculo para los reyes en la Tierra.”
Finalizó Rafael por sobre los gritos y quejidos de todos los demonios.
»Entonces, como si lo hubieran ensayado, los tres arcángeles
hablaron a la vez, diciendo: “Por la abundancia de tus errores, debido a la
injusticia de tus acciones, has profanado tus santuarios e hice brotar fuego de
ti que te devoró,” llamas azules comenzaron a salir del ángel caído. “Y te
reduciré a cenizas sobre la tierra delante de los ojos de todos los que te ven.
Eres un objeto de espanto y has desaparecido.”
»Sin embargo, a pesar de las palabras que causaban horrores
en todos los demonios, el antes querubín comenzó a reírse aun y cuando las
llamas azules comenzaban a devorarlo. Sus facciones denotaban furia y dolor,
pero aún así un toque de diversión podía percibirse. Y entre risas y lamentos
habló por última vez a sus antiguos hermanos:
»“Desde hoy seré conocido como Satán y crearé terror sobre
la Tierra. Podrán haberme derrotado en esta ocasión, pero sepan que regresaré y
mi legado hará sufrir a su Dios. ¡Solo esperen y verán cuán destructivo es mi
poder!” Y con eso la puerta entre Gehenna y Assiah fue creada, pues entre los
cánticos de los arcángeles y los lamentos de los demonios, el destino de Satán
fue sellado al único portal que podría soportar su cruce entre ambas
dimensiones.
»Pero esa libertad de cruzar dimensiones no fue lo único que
Dios le había arrebatado a Satán. Para evitar que su poder creciera o fuera
transmitido, las llamas que lo envolvieron hicieron que su futura descendencia
luchara entre sí desde el momento de su procreación. Así pues, cada vez que una
de sus concubinas quedaba embarazada de gemelos, siempre uno devoraba al otro
por lo que Satán, luego de crear al último de los Ocho Reyes Demonios, decidió
delegar sus responsabilidades en ellos para tomarse un tiempo en pensar en la
estrategia perfecta para vencer a Dios y apoderarse de Assiah.
»Sin embargo, cuando los demonios comenzaron a impregnar con
sus semillas a las mujeres humanas se dieron cuenta de que la maldición de los
gemelos de Satán no solo aplicaba en él, sino a toda su estirpe. Pues al
engendrar híbridos de humano y demonios, aunque no fueran gemelos, eran
contados los que llegaban a sobrevivir.
»Hasta que lo hicieron. Primero hijos únicos que eran
rápidamente raptados luego de su nacimiento para enlistarlos en el ejército de
Satán, llevados a Gehenna mediante portales de bajo nivel. Y luego, el primer
par de gemelos híbridos sobrevivió.
»Cuando tal situación sucedió, los informantes de Satán se
habían dado cuenta de que el gemelo mayor era el único que había heredado el
poder demoníaco de su procreador por lo que habían decidido dejar al menor con
la madre humana, borrándole toda memoria de su otro hijo y de la procedencia de
ambos. Pero con lo que no contaban fue que ese bebé guardaría en su
subconsciente las memorias de su hermano mayor, de la calidez que habían
compartido juntos en el vientre de su madre. Así que, cuando éste hubo crecido
lo suficiente decidió confrontar a su propia madre sobre su procedencia, lo que
ocasionó que su poder demoníaco despertara.
»Por coincidencia, tal vez, o destino, quizás, uno de sus
poderes era el de acceder a las memorias de las personas y fue así que se
enteró que les fue borrada la memoria de su hermano gemelo a su madre y todos
los involucrados en su nacimiento, lo que le llevó a buscar una manera de
contactarse con él sin perder la poca humanidad que le quedaba, pues aunque su
herencia lo catalogaba como demonio, él había vivido toda su vida entre los
humanos y no por haberse hecho más fuerte en la transición por la que estaba
pasando iba dejar de lado todo lo que su madre le había enseñado. Fue así que
se convirtió en el primer exorcista y aliándose con los primeros grupos
religiosos crearon la Orden de la Verdadera Cruz.
»Pasaron años para que la organización tomara la forma con
la que hoy se le conoce. Perdieron y ganaron muchas batallas contra los
demonios que se manifestaban en Assiah, y cuando el segundo par de gemelos
nació, el primer exorcista se dio a la tarea de buscar una forma de revertir la
transición a demonio en base a su experiencia.
»Sin embargo, como en ocasiones anteriores, los demonios
habían llegado y raptado al bebé con el gen más fuerte, dejando al exorcista
con el menor de los gemelos, al cual tomó bajo su manto y lo crió como un hijo,
enseñándole todo lo que sabía para convertirlo en un exorcista como él. Mas el
tiempo pasó y su búsqueda por revertir el despertar de los poderes en su hijo
eran en vano, hasta que un demonio encapuchado se apareció frente a él y le
habló:
»“Humano, he tomado un interés particular en ti, por lo que
te daré un consejo,” dijo con voz ronca, emitiendo una sensación de amenaza a
pesar de no mover más que los músculos de su boca. “Lo que buscas no es sino
una fantasía. No hay tal cura. La sangre demoníaca siempre correrá en tus venas
y en la de todos los híbridos. Sin embargo,” añadió creando una pausa, “según
los más cercanos a Satán, el despertar puede ser suprimido mediante un ritual.
¿Estás interesado en saberlo?”
»El exorcista sabía que no debía confiar en ningún demonio,
ellos eran viles y cautivaban con palabras y promesas hermosas pero banales, y
sin embargo él mismo era parte de ellos. Pero había algo en el demonio que lo
hacía querer confiar en sus palabras así que preguntó desconfiado: “¿Qué ganas
tú a cambio?” “Cuando llegue el momento sabrás qué es lo que pido,” contestó el
demonio, acercándose a la vez que extendía una de sus manos para mostrar un
pergamino. “Aquí encontrarás todo lo que necesitas, pero has de saber que sólo
funciona en aquellos que luchan por sobrevivir aún después de su nacimiento,” en
otras palabras, el gemelo débil. “Por cierto, esto podría serte de gran ayuda.
Si llegaras a necesitar más, tú eres un buen sustituto” dijo comenzando a
desaparecer, lanzando un vial con un líquido carmesí dentro. Solo una estela de
humo grisáceo fue la prueba de su presencia.
»El ritual consistía en una ceremonia de unificación, unir
al híbrido con un ser de corazón puro para enlazar sus destinos y así sellar
para siempre su herencia demoníaca. Pero no todo era así de sencillo pues para
realizar el ritual debían cumplir con ciertos requisitos.
»La persona elegida para la ceremonia debía ser alguien
preparado específicamente para esta labor y haber permanecido alejado de todo
mal que pudiera haber influenciado su corazón. Por otra parte, dicha persona
debía tener contacto con el híbrido para forjar lazos de familiaridad. En otras
palabras, debía haber amor, conocimiento y aceptación hacia lo que se le estaba
preparando. Por fortuna para el exorcista, su hijo adoptivo había quedado
cautivado por una doncella de un templo, la cual había sido criada junto con
otras muchachas para servir ahí. La habían conocido en una misión y ambos
habían quedado cautivados por el otro.
»Se debía realizar la ceremonia en la siguiente luna nueva
después de haber mostrado signos de su despertar y debía estar oficiada por un
servidor de Dios.
»Durante la ceremonia se tienen que compartir votos de
lealtad al otro. El híbrido debe beber la sangre de un demonio familiar directo
para mezclarla con la propia. Después se debe extraer su sangre para dársela a
beber a su pareja en la ceremonia, de esta manera ella acepta su destino como Sealer y canaliza su poder para
purificar la sangre bebida. Finalmente, a ella se le extrae sangre que debe ser
bebida por el híbrido, el cual acepta su destino como Sealed y jura nunca buscar la manera de romper el sello de su
sangre, aceptando completamente su humanidad.
»En resumen, toda una boda pero con intercambio de sangre en
vez de argollas.
Cuando Mephisto terminó su relato, los presentes se sumieron
en un silencio abrumador. Hasta que todos empezaron a hablar a la vez.
—Los versos que los arcángeles
usaron contra Satán podrían…
—¿Fue así como la Orden se…?
—¿Eso en verdad pasó o…?
—… familiar directo y el demonio dijo que la del exorcista
era un buen sustituto…
—…ces las llamas azules son por…
Las dudas crecían cada vez más, los Exwire estaban más que confundidos
y no sabía cómo expresar bien lo que querían saber y no parecían tomar en
cuenta lo que los demás decían, hasta que la voz de Shiemi se escuchó por sobre
los demás a pesar de haber hablado en un tono bajo.
—¿Eso quieres, Yuki-chan? ¿Sellar tus llamas?
Todos, excepto Rin que seguía sumido en sus pensamientos,
voltearon a ver a Yukio, esperando por su respuesta.
—Aunque fuera verdad, la siguiente luna nueva es en un par
de días. ¿Dónde encontraremos a alguien que esté dispuesto a “casarse” conmigo
y que sea de corazón puro? Dicha persona debió haber sido preparada para tal situación
y…
—¿No es Shiemi quien el viejo preparó desde pequeña?
—preguntó Rin sorprendiendo a todos por su interrupción y seriedad.
—¿Oh? Así que te diste cuenta. No eres tan despistado
después de todo, Okumura-kun —dijo Mephisto, curveando sus labios entretenido—.
En efecto —continuó ante el escepticismo de los demás presentes—, Fujimoto vio
en Moriyama-san a la compañera perfecta para su dulce hijo menor, llevando a
Yukio-kun desde que ingresó a la academia ante su presencia para comenzar a
forjar lazos de amistad pues ella permanecía la mayor parte de su tiempo en su
pequeño “santuario”, creciendo rodeada de amor y felicidad, esperando por la
siguiente ocasión en que pudiera jugar con su nuevo amigo. Por supuesto que
nunca se les dijo nada a los involucrados, no había certeza de que despertaras
tus llamas —finalizó dirigiéndose hacia el gemelo menor.
Al parecer era mucho para asimilar pues no se dijo nada por
unos momentos. Yukio se veía agobiado, parecía tener una lucha interna entre
aceptar o negar todo lo que había escuchado. Rin permanecía inusualmente
callado, observando detenidamente cada movimiento de su hermano. Si él
estuviera en su lugar, ¿qué habría hecho? ¿Luchar por su humanidad y empezar a planear
la ceremonia o aceptar su herencia demoníaca? Si tan solo…
De nada servía pensar en eso. Su destino fue sellado desde
el inicio así que no había nada que pudiera hacer.
—¡Lo haré! —declaró Shiemi con determinación, interrumpiendo
los pensamientos de Rin—. Si eso es lo que en verdad quieres, Yuki-chan, hagamos
la ceremonia.
Sus mejillas estaban todas sonrojadas y su voz se había
quebrado un poco al final, pero en sus ojos se podía notar la fiera
determinación que sentía. Yukio intentó negarse, diciendo que no era su deber y
él no podría obligarla a tal cosa pero Shiemi no cedía y finalmente le dijo que
era algo que hacía con gusto, que él siempre había sido su inspiración y quién
mejor que él para pasar el resto de sus vidas juntos.
Mephisto entonces habló y les dijo a todos que se retiraran,
que la ceremonia se llevaría a cabo en la noche de luna nueva y que no debían
hablar sobre ello con nadie pues podría causar problemas en oídos ajenos. Los
detalles de la ceremonia serían enviados a cada uno en las siguientes horas y
que por el momento podían ir y descansar. Dicho esto, solo Rin permaneció en la
oficina a petición del director. Yukio estaba tan conmocionado que no pudo ni
refutar la orden, eso o realmente no había prestado atención.
—Supongo que el ritual funcionará aunque no haya sido hoy la
primera vez que sus llamas aparecen mientras no haya pasado la luna nueva —dijo
Rin una vez quedaron solos. Ante el interés mudo de Mephisto Rin le relató lo
sucedido en la mañana del día anterior, el incidente con su cola y en cómo al
fijarse en las llamas de Yukio momentos atrás se había dado cuenta de que no
habían sido sus llamas en esa ocasión.
—Ya veo, pero como dices, mientras la luna nueva no se haya
manifestado, el ritual podrá funcionar. ¿Sabes lo que eso implica, cierto?
—Soy lento, no estúpido.
—Entonces empecemos con tu sangre.
—¿Por qué no puede ser la tuya o la de…?
--
Horas más tardes Rin y Yukio estaban discutiendo. ¿La razón?
Rin alegaba que ser demonio no era tan malo y que una vez lo aceptara podía
seguir viviendo como quisiera, con un par de ventajas como la súper fuerza o
velocidad y otros detalles, pero no menos humano por eso. Que mientras siguiera
creyendo en sí mismo y sus capacidades, Yukio podría realizar sus sueños.
Este, sin embargo, le decía a Rin que era un irresponsable
por querer hacerle cambiar de opinión cuando ya había decidido hacerlo, que él
no entendía la oportunidad que se le estaba presentando y que si él estuviera
en su lugar también lo consideraría.
—¡Tú eres el que no entiende! —gritó Rin exasperado,
agarrando a Yukio de los hombros—. ¿Crees que aún teniendo la oportunidad de mantener
mi humanidad, sabiendo que somos hijos de Satán, lo haría para vivir como si
nada hubiera pasado? ¡Yo seguiría luchando!
—¡Lo harías porque esa es tu forma de ser! ¡Porque te gusta
ser el centro de atención! — Yukio se calló inmediatamente en cuanto gritó lo
último, prestando atención a lo que había dicho. Rin lo soltó y bajó la cabeza.
—Y yo pienso que lo harás porque tienes miedo —murmulló el
mayor, dando vuelta para salir de la habitación.
—¿Miedo de qué?
—Exacto, ¿a qué le tienes miedo, Yukio? —y con eso salió
sin escuchar si su gemelo tenía más para decir. ¿Por qué Yukio era tan terco y
no podía ver que al aceptar las llamas podía hacer un mayor bien, no solo para
los demás, sino para él mismo también?
Porque ahora Rin lo entendía. Eran sus llamas las que le
transmitían esas emociones de anhelo y plenitud. Ellas le transmitían su deseo
de conocer a sus hermanas. Ellas sabían que Yukio despertaría pronto como
demonio y por eso se ponían ansiosas en su presencia.
Tal vez esa fue la razón de que sus llamas aparecieran justo
después de ver las de Yukio en la oficina de Mephisto. Era la manera en que
ellas les daban la bienvenida a sus hermanas. Y saber que Yukio rechazaba su
herencia, su sangre… saber que una parte de él rechazaba y temía a Rin por
haber aceptado su destino del que no tenía ni voz ni voto, pero sobre todo,
saber que negaba su verdadera naturaleza, la oportunidad de quererse y
aceptarse por lo que podría llegar a ser era doloroso. Su corazón se oprimía de
tan solo pensarlo.
—¿Rin? ¿Rin, estás
bien? —preguntó Kuro encontrándolo en la azotea. Sus colas quietas al ver a
Rin cabizbajo. Notando que este no le contestaba decidió sentarse frente a él
para observarlo mejor y luego de un momento volvió a hablar—. ¿Rin? ¿Por qué estás triste? ¿Te peleaste
con Yukio otra vez?
—¿Cómo sabes que estoy triste y que me peleé con el
cuatro-ojos? —preguntó Rin sin alzar la cabeza ni abrir los ojos, si lo hacía
las lágrimas correrían libres y en esos momentos en realidad no quería llorar.
—Tus llamas están
afuera, ellas son el reflejo de tus emociones, ¿no te habías dado cuenta?
Al escuchar las palabras del minino Rin abrió sus ojos y se
dio cuenta que ciertamente había sacado sus llamas. Inconscientemente, tal vez, pensó. Alzó sus manos a la altura de su
cabeza y observó con atención sus llamas. No tenían la intensidad de siempre y
parecían estar más calmadas de lo normal.
Calmadas no. Tristes. Decepcionadas. Heridas. Rechazadas.
—Por eso me gustan tus
llamas, te lo dije, ¿no? Porque son cálidas y su color reflejan el de tus ojos.
Tienen un color muy bonito.
Gratitud. Sus llamas revolotearon un poco,
denotando que las palabras de Kuro las animaban.
—Gracias, Kuro, a ellas también les gustas —dijo acariciando
la cabeza del gato, sabiendo que su llamas no lo dañarían—. Y tienes razón, me
peleé con Yukio. Él… yo solo…
Una lágrima rodó libre por su mejilla derecha e
instantáneamente cerró sus ojos. No podía dejar que las demás le siguieran,
debía mantenerse fuerte y pensar qué haría ahora. Si Yukio en verdad estaba
dispuesto a negar su verdadera naturaleza para vivir como un simple humano,
¿dónde quedaba él? Porque siendo sinceros, Rin no podría entrometerse en la
vida de su hermano si este decidía formar una familiar. ¿Cómo les explicaría su
naturaleza a la esposa e hijos de Yukio sin afectar sus vidas? Por suerte no
tendría que pasar por eso, Shiemi era una exorcista y una gran amiga…
Con qué facilidad
aceptó su destino,
pensó al recordar la determinación con la que había hablado Shiemi al saber que
era la elegida para Yukio. Y muy en el fondo de su ser sintió una emoción un
tanto desconocida. Su pecho se oprimió levemente hasta que la sensación se
volvió insoportable, haciéndole sentirse asfixiado, como que no le llegaba el
suficiente oxígeno a los pulmones. Entonces ideas absurdas cruzaron por su
mente, haciéndole desear que cosas malas pasaran para que la boda no se llevara
a cabo.
Oh, cómo deseaba estar en el lugar de… ¿de quién,
exactamente?
¿Era así como los celos se sentían? Más importante aún, ¿de
quién sentía celos?
--
Y así los días pasaron hasta que el día de la boda llegó. Extrañamente
Yukio y Shima se habían acercado tanto que el menor de los Okumura lo había
elegido como su padrino. En ese par de días se habían vuelto inseparables,
razón por la cual Rin se había refugiado en la azotea con la excusa de no
querer perder ningún día de entrenamiento. Obviamente Izumo quedó como la dama
de honor de Shiemi.
Soltando un suspiro de cansancio Rin decidió que su
“entrenamiento” podía terminar. Se recostó y comenzó a observar el cielo,
viendo cómo las pocas nubes que había avanzaban lentamente hacia donde el
viento las empujaba.
Yukio y Shiemi se casarían esa misma noche. O más
precisamente, Yukio sellaría sus poderes para permanecer completamente humano.
Yukio y Shiemi.
Casados.
Juntos para siempre.
Un dolor se instaló en su corazón tan fuerte que llevó su diestra
hacia su pecho, estrujando su playera hasta arrugarla. No es real, pensó detenidamente, esto que sientes no es real, solo te sientes triste porque tendrás que
compartir a Yukio…
Y sin embargo, a pesar de todas las veces que se repitió lo
mismo, el dolor era más agudo conforme la hora de la ceremonia se acercaba. Y
si veía a Yukio se intensificaba aún más. Por eso lo había evitado en los
últimos días. No solo porque Shima parecía haberse convertido en el mejor amigo
de su hermano, sino porque en su corazón sabía que si lo veía haría algo
estúpido que resquebrajaría la inestable relación entre ambos y por más que lo
negara y aparentara no darle importancia, perder a Yukio sería lo más difícil
que tendría que aceptar en su vida, suficiente tenía con asimilar que ahora
habría alguien más en la vida de su gemelo.
Dejando salir otro suspiro y calmándose, Rin se dijo que era
hora de mostrarle su rostro a Yukio y dejarle en claro que aunque no aceptaba
del todo su decisión, lo apoyaría y siempre estaría para él si lo necesitaba.
Así que se levantó de su sitio y recogió las velas que había querido encender sin
siquiera haberlo intentado.
Cuando entró a su habitación notó que solo Shima se
encontraba en ella, buscando algo entre la ropa de Yukio.
—Oh, Okumura, que bueno que te veo —lo saludó el pelirrosa
al verlo entrar—. Estoy buscando una corbata azul verde para el sensei a
petición del director, algo sobre el color de sus llamas representado en alguna
prenda que tiene que ver con la elegancia y no sé qué más —comenzó a murmurar,
hurgando entre todos los cajones del menor de los Okumura.
—Cerceta —dijo Rin sin más.
—¿Huh? ¿El pato? ¿Para qué querría un pato? ¿Es una
tradición familiar?
—No. El color que buscas es
cerceta. Ese es el color de las llamas de Yukio pero él no posee ninguna
corbata así… aunque hace unas semanas lo acompañé a comprarse ropa y vi una de
ese color… cuando la vi pensé que combinaría con sus ojos pero…
Shima se le quedó mirando atento
y Rin no supo cómo interpretarlo.
—Eh, si es tan necesaria para que
Mephisto la haya pedido deberías apurarte y conseguirla, esta es la tienda
donde la vi —continuó Okumura anotando la dirección en un pedazo de papel.
Shima le agradeció no sin antes ponerle una mano en su hombro izquierdo,
mirarlo fijamente por unos momentos más y preguntarle si estaba bien. Rin se
encogió de hombros sin darle una respuesta concreta. Una vez el otro hubo
salido de la habitación Rin se palmeó la cara al haber olvidado preguntar por
su hermano. Bueno, si se apuraba en alistarse tal vez podría alcanzarlo en la
iglesia de la academia antes del inicio de la ceremonia.
Increíblemente le tomó un par de
horas en decidir su atuendo pues no tenía mucha ropa para tal ocasión. Aún
conservaba el traje que había usado para la entrevista de trabajo en el
supermercado pero lo veía inconveniente ya que era el mismo con el que se había
despedido de su padre por última vez. Guardaba unos recuerdos dolorosos, no
podía presentarse en una ocasión de celebración con un atuendo que le recordaba
la muerte de un ser querido. Así que improvisó con la ropa que tenía, al final
de cuentas no era como que quisiera resaltar entre los pocos invitados.
Su atuendo final consistió en
unos pantalones de vestir negros que el viejo le había regalado meses antes de
morir, una camisa blanca y una corbata del color de sus ojos (regalo de
Mephisto, extrañamente). Como no tenía un saco que no fuera el del traje, eligió
un sobretodo negro que Shura le había regalado para una misión en una ocasión y
por si le daba calor y para verse más elegante se puso un chaleco negro que
Suguro le había obligado a aceptar como regalo para una fiesta de disfraces.
Uh. ¿Por qué las personas tendían
a regalarle ropa?
Finalmente, para el calzado se
decidió por sus zapatos escolares. Total, solo estaría hasta el intercambio de
votos. No esperaba que su presencia fuera tan bien recibida después de ignorar
a todos en los últimos días. Soltó otro suspiro por enésima vez y mirando la
hora en su móvil se dio cuenta de que había pasado más tiempo de lo debido en
arreglarse, la ceremonia empezaría en unos minutos.
Cuando llegó a la iglesia se dio
cuenta de que además de sus amigos, algunos profesores, la mamá de Shiemi y
Shura también se encontraban ahí, esta última acercándosele al verlo llegar y
llevarlo directo hacia la primera hilera de bancas, donde la familia del novio
debía estar. Resignado y de mala gana se dejó guiar por la pelirroja. Yukio
estaba frente al altar viendo el reloj en su muñeca y la entrada constantemente.
Sus miradas se cruzaron por un momento y Rin pudo notar un sinfín de emociones
en los orbes de su hermano. Tantas y tan intensas que su respiración se vio
entrecortada hasta que el menor apartó la mirada. Disculpándose con Shura pidió
un momento para ir al baño, diciendo que no tardaría y que sería solo un
momento.
Una vez en el baño cerró la
puerta con seguro, abriendo la llave del lavamanos para crear un poco de ruido.
Su cabeza le daba vueltas y no estaba del todo seguro de poder presenciar la
ceremonia completa. ¿Qué le pasa a Yukio por la cabeza para mirarlo con tanta
intensidad? ¿Qué le pasaba a él por
la cabeza para creer que podía aceptar tal unión?
No. Tenía que ser fuerte por su
hermano. Mostrarle apoyo en su decisión aunque a él no le pareciera. Debía
hacerlo. Tenía que hacerlo. Unos
ligeros toques en la puerta lo trajeron de vuelta a la realidad. La voz de Shura
al otro lado diciéndole que la ceremonia estaba por empezar. Y con una última
mirada a su reflejo salió dispuesto a todo.
Sin embargo, conforme pasaban los
minutos y el cura seguía hablando, algo dentro de Rin terminaba por quebrarse.
Las palabras del sacerdote perdían sentido y todo a su alrededor parecía
difuminarse. Un zumbido se apoderaba poco a poco de su sentido del oído, su
corazón latía cada vez con mayor velocidad a la vez que un nudo en su garganta
empezaba a formarse. Pero entre todo esa vorágine la voz de Yukio resonaba alta
y clara.
—…acepto a ti Shiemi como mi…
No.
Por favor.
Basta.
—…prometo serte fiel en la salud
y…
Detente.
Detente, por favor.
No más.
—…la riqueza y en la pobreza…
Para.
Alguien…
Por favor…
—…amarte y respetarte todos los…
No puedo…
…respirar…
--
—Rin, ¿por qué lloras?
—¿Pa-papá?
De repente Rin se encontraba en
un lugar completamente blanco. Frente a él el padre Fujimoto con el hábito que
usualmente llevaba puesto, hincado y viéndolo hacia abajo, como lo hacía cuando
era niño, pero al mirarse las manos se dio cuenta de que estaba en su forma
infantil. ¿Por qué?
—Rin, ¿lloras por Yukio? —su
única respuesta fue un asentimiento de cabeza—. ¿Lloras porque se casará con
alguien más? —esta vez negó con
fuerza—. Entonces ¿por qué lloras? ¿Quieres hablar de eso?
—Yukio se casa porque tiene miedo
de aceptar quién es verdaderamente —empezó Rin escuchando su voz infantil,
recordando aquellas ocasiones en que se metía en problemas y su padre siempre
lo sentaba frente a él para hablar de lo sucedido—. Yukio se casa con Shiemi,
papá, pero tú ya sabías que eso pasaría… ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué
Yukio…?
Rin no sabía cómo terminar la
frase y luego de unos momentos en silencio Shiro le preguntó si se sentía
celoso de Yukio porque se casaría con Shiemi. El pequeño Rin frunció el ceño e
infló sus cachetes a modo de puchero.
—¡Por supuesto que no! Es Shiemi
de quien… Oh.
Shiro soltó una pequeña risa y le
revolvió el cabello, diciéndole que los niños siempre eran sinceros, sobre todo
Rin que nunca se guardaba nada. Cuando Rin le preguntó si era normal sentir
celos de la novia en vez del novio, Shiro simplemente lo abrazó y le dijo que
cualquiera que fuera su decisión, mientras fuera lo que realmente dictaba su
corazón, él siempre estaría orgulloso.
—¡Entonces tengo que salvar a
Yukio! ¡Nosotros debemos estar juntos, papá! Cuando lo veo con alguien más me
duele aquí —dijo tocándose el pecho, señalando el lugar donde quedaba su
corazón—. Yo sé que Yukio tiene miedo, pero conmigo a su lado no lo tendrá más
—las lágrimas escocían sus ojos así que los cerró; aferrándose al cuello de
Shiro continuó destapando todo lo que sentía dentro de sí hasta que se dio
cuenta de que ya no tenía su forma infantil sino su forma actual—. Lo siento
tanto, papá, por todo lo que te hice pasar, por haberte decepcionado tanto…
—Ya, ya. Tú nunca me
decepcionaste, Rin. Siempre estuve orgulloso de ti, de tus logros.
—Pero con lo que voy a hacer tal
vez me odies. Le arrebataré a Yukio su única oportunidad de permanecer como
humano porque no quiero que me deje solo. ¡Perdóname, por favor! No quiero ser
odiado, quiero estar siempre a su lado y sé que está mal pero en mi corazón yo
sé que si no lo hago Yukio nunca será completamente feliz.
—Rin, mírame. Mírame a los ojos
—dijo el mayor, sosteniendo el rostro del gemelo entre sus manos para que lo
mirara directamente—. Estoy feliz por ti, porque has superado tantas cosas por
ti mismo al igual que Yukio lo hizo cuando decidió convertirse en exorcista
—las lágrimas comenzaban a descender por debajo de las gafas de Shiro,
empañándolas poco a poco—. Y también sé que ustedes siempre estuvieron
destinados a permanecer juntos, porque además de ser gemelos, sus destinos
siempre chocaban cuando uno u otro tomaba una decisión. No importa qué hagan,
siempre se tendrán el uno para el otro. Yo los amo por lo que son, por cómo
son, y si en verdad sientes que tu destino es a su lado… tienen mi bendición.
--
—¿Rin? ¿Estás bien? —la voz de
Shura rompió la ilusión de Rin al ver que éste estaba llorando. El Okumura
mayor se llevó una mano a la cara al sentirla húmeda. Uh, ¿cuánto tiempo había
pasado? ¿Cuánto tiempo había imaginado haber hablado con su padre?
¿Y la ceremonia?
Exaltado posó su mirada en el
altar, escuchando lo que el sacerdote decía solo para darse cuenta de que
Shiemi ya había dado sus votos y el cura estaba preguntando si había alguien
entre los presentes que se oponía a tal unión.
—¡Yo me opongo! —gritó Rin
parándose de su asiento, atrayendo la atención de todos los presentes.
Obviamente los murmullos no se hicieron esperar.
—¡¿Nii-san?! ¡¿Qué crees que
estás haciendo?!
—Lo siento Shiemi, pero no puedo
dejar que Yukio haga esto —contestó Rin ignorando a su hermano. Cuando sus
amigos empezaron a quejarse por lo sucedido y demandar al sacerdote que
continuara y no le tomara importancia a las palabras del gemelo mayor, Rin hizo
aparecer sus llamas no solo en su cuerpo, sino en todas las velas del lugar,
encendiéndolas perfectamente—. Yukio, ven.
La voz de Rin resonó por toda la
iglesia e instantáneamente las llamas de Yukio aparecieron por todo su cuerpo.
Los ojos de ambos, a pesar de la diferencia de color, mostraban un resplandor
carmesí dentro de las pupilas y sus llamas danzaban vorazmente, presentándose, reconociéndose,
entremezclándose.
Cerceta y azul en tonos
brillantes.
Por unos segundos el recinto
quedó en silencio hasta que al menor índice de movimiento captado de reojo, Rin
se acercó a Yukio y desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejando a los
presentes pasmados y sin saber si seguirlos o qué.
—Bueno, ¿no es un giro
interesante? —habló Mephisto desde el balcón donde se encontraba, sonriendo
entretenido.
—¡Tú! —le acusó Suguro,
señalándolo con su índice—. Sabías que esto iba a pasar, ¿cierto? ¿Por qué
dejarnos preparar todo esto si sabías cómo iba a terminar todo?
—Podría o no saber el resultado.
Lo que importa ahora es: ¿deberíamos ir tras ellos o dejarlos ser? Sea cual sea
su decisión, no me la hagan saber, de pronto recordé que tengo mucho papeleo
por hacer —y diciendo eso desapareció en una estela de humo rosa, como siempre
suele hacer en momentos críticos.
—Maldito Okumura y su maldito
temperamento. Yo me largo de aquí, que se la pasen bien donde sea que estén
—murmuró Suguro, aflojándose la corbata a la vez que salía del lugar.
De uno en uno todos se fueron
retirando hasta quedar el sacerdote, Shura, Shiemi y su madre. El cura fue
despachado por la pelirroja diciéndole que todo estaba bien y que la novia
estaría bien. Shiemi por su parte suspiró profundamente y se dejó caer en una
banca, su madre a un lado inusualmente callada.
—¿Te encuentras bien? —preguntó
Shura a Shiemi, posando su mano en un brazo de la menor.
—¡Más que bien, de hecho! —contestó
sonriendo la rubia y al escuchar que la exorcista le decía que no la notaba
para nada triste ni afligida no pudo más sino soltar una pequeña risa—. Es Rin
de quien estamos hablando, era obvio que haría algo como esto —dijo para
después ponerse de pie, alzar los brazos y estirarse tanto como podía—.
Fujimoto-san nos advirtió que mi mayor rival sería el hermano de Yuki-chan.
—¿Lo sabías? Pero todos andaban
diciendo que no lo sabías y que eras muy valiente por aceptar tal cosa.
—Por supuesto —murmuró Shiemi,
bajando la cabeza para esconder su sonrojo—. Uno de los requisitos para el
ritual es que el Sealer tiene que
aceptar y entender cuál es su papel. Fujimoto-san siempre fue muy específico en
recalcar que Yuki-chan y Rin tenían un lazo especial y me preguntaba que si yo
estaba bien con ello.
Shura emitió un sonido de
entendimiento y luego procedió a preguntar sobre los detalles del ritual y cómo
es que Shiro les convenció de preparar a la Moriyama menor como la futura Sealer. Justo cuando salían por la
puerta, Shima apareció.
—¿Huh? ¿Ya se acabó la boda? ¿Me
perdí toda la ceremonia? ¿Dónde están todos? —preguntó y luego miró a Shiemi—.
Moriyama-san, ¿a dónde fue Okumura-sensei? Le traigo la corbata que el director
Pheles me pidió…
-Fin-
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